Así como el rostro se refleja en el agua…
“Así como el rostro se refleja en el agua, el corazón refleja a la persona tal como es.” Prov. 27:19
Ahí una frase muy conocida que dice “cara vemos, corazones no conocemos” y si nos ponemos a pensar en ello vemos que tiene mucha razón.
Muchas veces nos vemos desilusionado al darnos cuenta que hemos sido engañados por personas que con una apariencia de piedad se aprovechan de personas que creen en ellos, hasta que realmente se ven las verdaderas intenciones que ocultaban.
Salomón reflexionando se da cuenta que si hay algo que demuestra al hombre tal cual es, es cuando sale a la luz lo que hay en su corazón y no está hablando del órgano que late facilitando que la sangre pueda circular por las venas, sino que habla de lo que realmente hay en nuestros pensamientos e intenciones y las cosas por las cuales somos motivados a diario.
Jeremías lo explica mejor cuando en el capítulo 17 nos dice cual fue uno de los pecados del pueblo de Judá, que era el tener un corazón rebelde a Dios y es por ello que en el vs. 9 Dice “engañoso es el corazón más que todas las cosas, y perverso; ¿quien lo conocerá?” el único que sabe cómo es nuestro interior es Dios, el conoce la corrupción que hay en nosotros, lamentablemente nuestros corazones nos hace hoy pensar una cosa y al rato se siente seducido por otra y enseguida cambia.
También encontramos verdad cuando dicen “que el tiempo no cambia a la persona sino que la demuestra cómo es realmente” esto lo podemos ver en nosotros mismos cuando nos llegamos a personas intencionalmente buscando sacar un provecho, primeramente vamos con una apariencia de piedad y cuando logramos nuestro cometido o no, reflejamos cuales son las verdaderas intenciones.
Recordemos que Satanás cayó (Isaías 14:12-14) por tener un corazón que maquinó pensando que por la posición que tenía podría ser igual a Dios, un corazón orgulloso que se envaneció, acumulo orgullo creyéndose que él podía y se merecía estar en un lugar que por naturaleza no merecía, por lo cual nosotros tenemos que ver con que cosas llenamos nuestro corazón, no sea que nos envanezcamos y caigamos en el mismo error.
Nuestro corazón funciona como un deposito que va acumulando cosas que nosotros permitimos que ingresen en nuestras vidas, sean buenas o malas, es en el corazón donde todo va a parar y es el que lo procesa, Santiago en su carta (Santiago 4:1-3) nos explica que es de nuestras pasiones, o sea todo aquello que vamos maquinando en nuestras mentes, es que empiezan los conflictos y vamos demostrando quienes realmente somos cuando nuestro corazón egoísta va reflejando lo que hay en nuestro interior, porque ve que no salen las cosas como nosotros queríamos.
¿De que manera llenamos nuestro corazón? Tenemos que saber que todo lo que entra en nuestra vida lo hace a través de los ojos y oídos, se depositan en el corazón y sale por nuestra boca, es por ello que Él Señor hace la comparación (Lucas 6:43-45), que para reconocer un árbol hay que ver los frutos que producen, así como los hombres también se los reconocen por lo que sale de la boca, si uno se llena de cosas buenas de su boca salen palabras amables confortantes, en cambio si solo entran cosas malas nada bueno saldría y por lo que sale de nuestro corazón nos revela quienes somos y de esa manera las demás personas sabrán quienes somos y es inevitable, es por ello que decimos que a los cristianos no se nos escapan las malas palabras sin que antes no estén dando vueltas por nuestro corazón, Proverbio 23:7 nos dice “porque cual es su pensamiento en su corazón tal es él…” no hay nada más que nos identifique ante otros que lo que hay en nuestro corazón.
Si bien todos nacemos con un corazón pecaminoso pero por la sangre de Cristo derramada en la cruz hoy podemos ser regenerados y cambiar nuestro ser, dejando el viejo hombre con un corazón lleno de amargura, envidia, (2 Corintios 5:17) sabiendo que somos nuevas criaturas y que las cosas viejas ya pasaron y por ende ahora son todas nuevas inclusive nuestro corazón, el cual día a día debemos de cuidar y ser celoso de las cosas que permitimos entrar en el.
Un ejercicio práctico sería, que en cada despertar ponernos en manos de Dios y pedirle que nos ayude a vivir una vida que le agrade, buscando ser llenos del Espíritu Santo (Efesios 5:18) y durante el día examinarnos orando como el salmista quien entregando su corazón al Creador para ser guiado por Él (Salmos 139:23-24).
Pastor: Leandro Montiel








