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El ministerio de hombres en la Iglesia Cristiana Evangelica Escobar, es un grupo o programa enfocado en edificar, equipar y animar a los varones para que vivan su fe de manera profunda, ejerzan un liderazgo piadoso en sus familias y comunidades, y cumplan la misión de la iglesia, fomentando también la hermandad y el servicio mutuo.

Se busca fortalecerlos espiritualmente y capacitarlos para ser ejemplos de Cristo, ayudándoles a desarrollar una relación más íntima con Dios.

Objetivos clave del ministerio de hombres:

  • Crecimiento espiritual: Invitar a los hombres a un conocimiento profundo de Cristo y a crecer en fe, carácter y servicio.

  • Liderazgo en el hogar: Capacitarlos para ser buenos esposos y padres, liderando con amor e integridad.

  • Hermandad: Fomentar amistades sinceras y apoyo mutuo entre hombres, combatiendo el aislamiento.

  • Servicio y misión: Prepararlos para servir en la iglesia y la comunidad, liderando en evangelismo y buenas obras.

  • Discipulado: Ganar a otros hombres para Cristo, consolidarlos en la fe y multiplicar líderes.

Actividades comunes:

  • Estudios bíblicos y discipulado: Para profundizar en la Palabra de Dios y crecer espiritualmente.

  • Eventos y actividades: Reuniones, retiros, actividades deportivas o de servicio que fortalecen la comunidad.

  • Mentoría: Hombres mayores que guían y aconsejan a los más jóvenes.

  • Alcance y evangelismo: Participación activa en la expansión de la Palabra de Dios.

Beneficios para los hombres y la iglesia:

  • Hombre más fuerte: Se forman hombres más valientes, comprometidos y con propósito.

  • Familia transformada: Cuando los hombres responden a Cristo, sus hogares son bendecidos.

  • Comunidad edificada: La iglesia avanza con hombres listos para el servicio y el apoyo mutuo.

Los hombres están llamados a servir como líderes, ser espiritual y emocionalmente firmes, tener claridad doctrinal y trabajar arduamente para servir a las necesidades de la iglesia.
En Tito 2 podemos leer: “Los hombres deben ser sobrios, dignos, sanos en la fe, en el amor y en la constancia.
Los hombres deben estar trabajando en el evangelismo, animando a otros hombres, liderando en su hogar como ejemplos, discipulando y disciplinando a sus hijos, y santificando a sus esposas.
Los hombres son llamados explícitamente a la oración, 1 Timoteo 2:8 nos dice: “Quiero, pues, que en todo lugar oren los hombres, levantando manos santas sin ira ni contienda”.
Si los hombres están sirviendo de esta manera, tendremos hombres sanos con hogares saludables que construyen iglesias saludables.

Los cristianos no podemos estar siempre en el aula, llega un momento en que debemos salir a predicar lo que sabemos. Es muy cómodo y seguro mantener nuestra fe en el aula y detrás de las puertas cerradas de la iglesia. Pero los hombres, fuimos hechos para la guerra. Fuimos hechos para luchar, conquistar, trabajar, sudar, ser probados, esforzarnos, empujar y soportar dificultades. Fuimos hechos para someter y tomar dominio. Este fue el llamado en el jardín y este sigue siendo el llamado hoy (Génesis 1:26, 28).
Hombres, servimos a Cristo, el Rey de reyes y Señor de señores. Somos sal y luz en este mundo que le pertenece y que se está reconciliando consigo mismo. Luchamos por su reino, por su gloria, por su adoración.
Las armas de nuestra guerra no son físicas, sino que destruimos las fortalezas del maligno a través del poder del evangelio, la oración, el amor sacrificial, la santidad y la palabra de Dios. En cada lugar donde Dios no es adorado es el lugar en el cual estamos llamados a conquistar, ese es el territorio enemigo que Cristo ha dicho: “¡Mío es!”
Toda opinión elevada que se levante contra el conocimiento de Dios es nuestro objetivo. Fuimos hechos para luchar y servir al Rey Jesús. Se nos promete que él estará con nosotros (Mateo 28:20).

Se nos promete que él estará con nosotros (Mateo 28:20). Se nos promete que él edificará su iglesia (Mateo 16:18). Se nos promete que las puertas del infierno no prevalecerán contra nosotros.
Tenemos la misión de arrebatar terreno al enemigo y nunca rendirnos, morir luchando si es necesario, sabiendo que la victoria está segura en Cristo y que nuestra sangre y sudor, por la gracia de Dios, avanzarán en sus propósitos y verán la redención del mundo (1 Corintios 15:58; Colosenses 1:20).
Los hombres, no fueron hechos para los videojuegos. Nuestro deseo dado por Dios de ejercer el señorío no se cumple en el mundo virtual. No debemos ser niños con sus juguetes. Las naciones pertenecen a Cristo y estamos llamados a hacerles discípulos y enseñarles a observar todo lo que Cristo ha ordenado (Mateo 28:18-20).
En esta guerra, la oración es tu walkee-talkee en tiempos de guerra, la palabra es tu espada, la iglesia es tu compañía, la familia tu base y campo de pruebas, Cristo es nuestro Rey y Señor victorioso, y el mundo es nuestro campo misionero. Comienza en tu propio corazón, en tu familia, en tu iglesia, en tu vocación, luego en el mundo. Este es el ministerio de hombres.

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